jueves, 14 de abril de 2016

El juglar y la telaraña

Recorriendo posadas y tabernas, el juglar recopila hechos para inspirar sus próximos cantares, y es habilidoso en sus injerencias, mostrándose gentil y afable con mesoneros, charlatán con los viajeros y generoso en vino con los menesterosos. Pluma en ristre, anota raudo, en caligrafía ilegible, los detalles de las desventuras de sus protagonistas, para luego rehacer la historia en verso, salpicando las anécdotas de floreadas metáforas y alardes lingüísticos. Es voraz en sus indagaciones y brillante en su verbo, y eso le otorga fama y buenos dineros mientras recorre la región de festejo en festejo, ora en plazas, ora en castillos... Las damas se le desmayan, embelesadas con sus trinos, y se horrorizan con los sucesos acaecidos: muertes, duelos, fechorías y timos. Él esparce las noticias de otros reinos y trasuntos, siendo el primero en contarlos, y siempre interesa aún a los más leídos, pues que no inventa los incidentes, siempre alguien corrobora que, como lo cuenta, así ha ocurrido.

Mas en esto que no halla sino temas repetidos, tan eficiente era en su indagar que agotó sus fuentes; por más que pregunta a peregrinos, caballeros de fortuna, transeúntes, ninguna nueva por contar. Viole un escudero entonces tan afligido, acostumbrado a verle reír y cantar, que acercósele al oído y este consejo le fue a dar: que fuere a ver a una bruja muy obscura del lugar, vieja de remedios era, acertados consejos sabía dar, si no por sabia y por bruja, por visitada por gentes de toda condición, villa o lugar, practicante de mancias y no se sabe de qué más.

El juglar se mostró reacio, no era su modo de actuar, y tratos con el Diablo no quería pactar... No obstante, un par de días sin más noticias hallar fueron suficientes para que aquesta intención viniera a tornar: se dispuso visitar a la bruja, que tal vez la propia aventura fuera digna de contar. «Hacerlo he, no hay caso», se dijo, y se aprestó hacia la cueva andar.

Muy tortuoso era el camino, muy estrecha la senda, puesto que pasando un bosque umbrío, esperaba empinada cuesta trepando por una loma muy rocosa y entre las grietas, la más ancha era la susodicha cueva, do la anciana residía y siempre hacía pócimas y brujerías; se decía que nunca dormía...

-Oigo llover sin que llueva, mas si lo anuncio, convoco a la tormenta-, escuchó al entrar el curioso juglar. Un ser encorvado y de encrespados cabellos blancos trajinaba entre extraños matraces y rebuscaba en pliegos se suponia que conjuros y formulaciones mágicas... Ni se volvió a miralle, pero aún así le increpó, como si no necesitara velle: -Aquieta tu curiosidad, que serás bien servido. En el mejor lugar estás para lo que has venido.

Pues estas palabras no sirvieron de sosiego al visitante, que no paraba de mironear acá y acullá por ver qué pruebas hallaba... Y ya la bruja se dispuso a acercársele y lo miró fijamente a los ojos con los suyos, obscuros y penetrantes. -Noticias buscas, noticias te daré. -Mas cómo he de pagar tan gran servicio que me harás-, preguntó no sin razón el avezado. -Por pagar no te has de preocupar, aquí el dinero no sirve. Sólo favor me deberás para cuando sea menester cobrarme. -¿Favor? ¿Qué tipo de favor? -Ni lo sé ni lo sabrás hasta que no llegue el momento de pagarle, y entonces no te podrás negar. -Sea. La nueva quisiere saber sin tardanza.

Lo tomó de la manga y lo llevó ante un gran plato lleno de un líquido negro, tan espeso que no podía ser agua. -Mira aquí-, le espetó. Y en el reflejo vio un castillo de un vecino reino cruzando el océano, y en él a un rey que desterraba a su vasallo... Y toda la historia se le fue contando como si la estuviera viendo en el mismo trance. Y cuando acabó el hecho, ansioso, fue venturoso a contallo, escribiendo muy ricos versos y corriendo a cantallos. Muchos maravedíes le concedieron, y hasta un caballero que allende los mares recaló no hacía mucho, reconoció la ventura y alabó la celeridad y certeza del canto y del hecho, y añadió la relevancia que podría tener que la noticia corriera, pues más caballeros se unirían al afamado del destierro al saber de su desdicha...

Pasó un tiempo y de nuevo el juglar se vio sin tema que glosar, y pensó en volver... Aún nada le habían de cobrar... Dudó... Mas la duda más bien poco le duró en buen hora. Corriendo en pos de la bruja se vio de nuevo, y de nuevo en el plato le hizo mirar, y una dama en desdicha vio, que gran pena y quebranto le hizo pasar, y no tardó en loar sus dones y en sus penares contar. Y en la plaza del cercano castillo, de inmediato tres caballeros partieron para la bella vengar, que no había de quedar impune aquella afrenta fatal.

Pensativo quedó el que trova: relevancia en grado sumo tenía, que su rima le llevaba a despertar e inflamar el ánimo belicoso y los armados hacía avanzar como peones en un tablero para a otros derrocar... ¿No le estarían manejando para a su través manejar la voluntad de caballeros y de reyes y los reinos desmontar? Intrigado y receloso, a la cueva volvió a espiar, esta vez entró con cautela y sin hacer a la vieja sospechar se escondió tras una tinaja y en silencio se dedicó a observar. Un labriego entró, que le había mandado llamar, y ella le recordó un ganado que húbole de sanar, y como pago ahora pedía que le proporcionara pan a un grupo que llegaría a sus tierras para pasar en secreto, desterrados y hacia un vecino lugar. Atando cabos pensó si no estaría un reinado pendiente de asediar por culpa del desterrado que él vino a loar y que se le unieron caballeros gracias a su cantar...

Permaneció aún escondido por largo tiempo el juglar, y vio que la bruja salía con un cesto y con un chal, como si a por hierbas iría o alguna cosa a buscar. Aprovechó estar solo en la cueva para el plato revisar, el que de líquido negro parecía rebosar. No era líquido, sino cristal, y bien extraño, tan pulido como no vio metal. Lo tocó y estaba frío, pero esto no le vino a espantar. Levantó el plato y notó que algo en su interior parecía girar. Trató de abrirlo, y al fin levantó como tapa el cristal y dentro vio maquinaria como ninguna otra vio jamás: ruedas como de molino, pero pequeñas para encajar unas con otras, y pequeñas bujías con alambres por doquier, luces que se encendían y apagaban sin cesar, caminos como laberintos que las unían para formar un circuito complejo y salían chispas y objetos que no pudo expresar... Metió los dedos, unas manivelas hizo girar, y como por arte de magia, imágenes comenzaron a figurar en la superficie del cristal de diversas personas que se movían y accionaban al hablar. Sintió un escalofrío, y el plato volvió a dejar. Se escondió hasta que volviera la bruja, no sabía qué esperar.

Entró zaceando la bruja de nuevo en el lugar, dejó cesta y chal y volvió a trajinar. Mientras cogía la escoba, otra voz se dio a escuchar, mas no se veía a nadie, nadie más había tal. La adivina no sorprendiose y con la voz comenzó a hablar. Era estotra voz de vieja, y le venía a consultar si unos encargos se hicieron y otras cosas le vino a contar que no sabía a qué se referían. Siguieron hablando de con una tercera quedar para planear lo que en los reinos se hiciere de un tiempo a este verano llegar. Cómo llegaran las voces, el mozo no acertó a hallar, pero seguro otro invento como el del plato habría de estar en algún rincón de la cueva. «Con que estas planean lo que el futuro ha de dar, y luego lo hacen posible con a la plebe usar, y hasta con caballeros y con gentes como yo, menda que ha de pagar con favores y no dinero para hacer su voluntad...»

En sus pensamientos estaba cuando fue a dar con que la bruja lo miraba bien de cerca y sin pestañear. Un respingo dio el juglar y la vieja se rió. -No te turbes, doncel, que esto para ti  lo planeé, que descubrieras al fin cuatro cosas, nada malo te haré. Ven y siénta, tómate un té de hierbas que recogí especiales para ti, que muy bien me has de servir-, y de la manga lo tomó y frente a la lumbre lo sentó, a un puchero de agua hirviendo un manojo de hojas echó y lo removió, mientras el mancebo mudo observaba. Lo retiró del fuego y en un par de jarras sirvió, con una pizca de miel. -Bebe, confórtate.

Retomado el aliento, se atrevió a preguntar aquel a quien las palabras nunca faltaron menos en el instante presente. -¿Qué es esto, bruja, conspiráis contra el rey?- La arpía rió... -Ay, doncel, no temas conjura, que trabajo para el bien. Y tú favores me debes, y ahora te exijo su pago y no te niegues. El primero, guarda el secreto de lo que ahora has visto aquí, que aunque quise que supieras, sólo lo quiero para ti. El segundo es que sigas loando a mis favoritos así, para que gran ejército se sume y nuevo tiempo haya de venir; no te costará mucho, pues ya lo hiciste sin que te obligara, que en verdad es causa justa y nobles son todos los que nuestro juicio aguardan.

Pensativo seguía el aedo, bebía el té ya sin miedo, y entre soplidos y sorbos aceptó, más trabajar como esbirro de brujas bien raro le pareció. Y quedaron la noche hablando de los inventos mecánicos y su funcionamiento y de cómo las madres se contaban los secretos y tejían la telaraña con información y misterio y gobernaban el mundo desde sus agujeros inmensos...

Madame Eloise


4 comentarios:

  1. Simplemente encantador! El estilo medievalesco le da un toque especial al relato. Me ha gustado mucho. ¡Espero impaciente el momento de volver a leer algo vuestro, Madame Eloise!

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    1. Muchas gracias, me gusta que mi estilo sea variado. Muy pronto, algo completamente distinto. Gracias por su atención.

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  2. Está muy bien. No debe ser fácil escribir en ese tono antiguo.
    Una crítica constructiva: se hace raro que en ese mismo tono se mencionen cosas como bujías.
    Estaremos atentos al siguiente capítulo.

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    1. Saludos. Sí, fue un interesante ejercicio el recrear un castellano antiguo simulado, pero no demasiado arcaico, puesto que pocos lectores modernos se atreverían con algo mucho más rancio e incomprensible. Respecto a la duda referida sobre la palabra "bujía", me permito reseñar que es un término ampliamente utilizado en la Edad Media, aunque con otro significado que el que se le suele atribuir hoy en día nada más hacer referencia a él. Simplemente significa "vela" o "palmatoria". Posteriormente se usó para referirse a todo lo que contenía una luz o producía una chispa, que es lo que hace esa pieza en nuestros motores de explosión... En mi relato, el juglar se refiere a pequeñas luces que no sabe cómo describir, y las refiere como pequeñas bujías o velas, cuando serían bombillitas o similar. Para cualquier otra duda, estaré encantada de contestar.

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